domingo, 27 de febrero de 2011

Kedada en Guardamar del Segura, Febrero 2011 (Alicante)

Son las 7:00h de una mañana del  viernes 18 de febrero,  José Ramón y yo, ya nos encontramos en el lugar desde donde vamos a salir. Llenamos los depósitos de nuestras Vulcan y  esbozamos los planes de ruta  para realizar el viaje…

Todo va sobre lo previsto, pero tenemos que realizar una parada imprevista para ponernos un poco más de ropa debido al frío de la zona…

Paramos a visitar unos fabricantes de alforjas rígidas en un pueblito de Valencia, y estamos más tiempo del previsto, ya que no encontramos el lugar exacto del emplazamiento y tras varias llamadas, nos tienen que venir a buscar, pero visitamos sus instalaciones y al final nos invitan a comer. Conocemos a un compañero motero (dueño del bar donde comemos) y nos invita a visitarle en otras ocasiones….

Ya caída la noche, llegamos al hotel donde pasaremos la noche y enseguida llega el grupo y nos da la bienvenida,  traen  con ellos un sin fin de planes para el fin de semana. Buena compañía, buenas personas y compañeros.

Cenamos en un restaurante de Torrevieja unos “pintxitos” de costilla (muy buenos, por cierto)….

Terminada la cena, nos dirigimos hasta la zona de copas de Torrevieja y terminamos la velada frente  a unas “coca colas”…

A la mañana siguiente, emprendemos la ruta marcada hasta Guadalest, Benidorm… impresionante… y ya de noche, nos acercamos hasta Alicante, donde terminaremos la jornada…

Y después de pasar un buen fin de semana…. llega la hora de la vuelta…

Seguro que visitaremos a nuestros compañeros de la VRA Spain Com. Valenciana en mas de una ocasión, nos lo hicieron pasar de cine…

V´ssssss

domingo, 6 de febrero de 2011

NECESITO VOLAR…

"Necesito volar…

De vez en cuando, periódicamente, necesito volar…

Suele sucederme cuando ya noto demasiado peso sobre mí. Es el polvo que se levanta en cada una de mis pisadas, que no se disipa y se queda adherido a mi piel, formando costras, cada vez más gruesas. El polvo de la rutina, el de las pequeñas mezquindades diarias… El polvo de mis anhelos, frustraciones e inseguridades. El de mis complejos ….

También el de mis culpas… Ese maldito polvo de la vida diaria, invisible, pero omnipresente… El que, poco a poco, casi sin darme cuenta, hace que mi alma se vaya encorvando y mi paso se torne cansino… Cuando me doy cuenta de que no puedo levantar la mirada del suelo, es cuando soy consciente de que necesito volar. Despegar de mis problemas... De mis responsabilidades…De mis agobios… Es solo por poco tiempo, pero suficiente para que se desprenda todo el polvo acumulado y me permita, de nuevo, afrontar las pequeñas cosas de todos los días, con una ilusión renovada.

Ya cuando me estoy preparando, mi mente se va desconectando de sus lastres… Con mimo, me coloco cada pieza de mi indumentaria: las botas, el traje, los guantes… Y con ellas, siento como van cayendo al suelo, una a una, las cadenas que me atenazan.

Ya sobre la moto, cuando me coloco el casco, se apagan los últimos malos ecos del día y un silencio íntimo me envuelve. Miro al manillar; deslizo mis manos sobre los puños y arranco el motor. A cada golpe de gas, siento el balanceo y el ronco rugido entre mis piernas… En ese momento mágico, todos los poros de mi cuerpo comienzan a rezumar libertad. Siento, en los pulmones, como se ensancha mi alma.... Y clavo la vista en el horizonte.

La carretera es también un camino marcado… Como la vida, es una línea que hay que seguir. Pero me emborracha el placer de ir a mi aire… sin que nadie me exija nada. Por eso las elijo solitarias. Curvas enlazadas que insinúen la belleza del movimiento.
Me gusta despegar suave, dejando ir la moto. Con la visera levantada, siento el aire de la vida sobre mi cara… Caliento neumáticos dejándome caer, a uno y otro lado, con plegadas de vals acompasadas, en las que mantengo durante unos momentos, la nota musical arriba, antes de hacer cada picado, como hacen los halcones… Hasta que siento que, moto y yo, somos solo uno. Entonces se que estoy preparado…. Cierro la visera y en mis oídos comienzan a resonar las notas poderosas de una orquesta sinfónica, con cuyo crescendo, voy levantando el vuelo hasta alcanzar el “ritmo”. Es un limbo sin brusquedades. El “continuum” de un planeo armónico… como un pájaro en libertad.

Cuando regreso a casa, mi alma está sosegada. Siento como la paz corre por todas mis venas y mi piel está limpia, de nuevo, del polvo de la vida…

Y es que necesito volar… De vez en cuando, periódicamente, necesito volar…"

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