lunes, 31 de enero de 2011

LA LEYENDA DE UNA ESTRELLA AZUL FUEGO

Cuentan las leyendas moteras de la Isla Picuda que una vez un mozalbete de 10 años, que viajaba a la grupa de una reluciente Ultra de color gris humo que conducía su progenitor al frío viento del Padre Teide, preguntó a su padre:
“… Papá, ¿Cómo se llama esa estrella grande y brillante que asoma por entre la cumbre del Volcán?...

El padre detuvo la montura y llevó a su hijo al Mirador del llano de Ucanca.

“ Esa, hijo mío, es la ESTRELLA DE DIEGO, un viejo motero que nos dejó una aciaga mañana hace ya muchos años, pues apareció radiante y hermosa justo cuando él se fue… Diego era un Amigo, que supo ganarse el cariño y la amistad de todos los que tuvimos la suerte de conocerlo; afable, entrañable, siempre dispuesto a la sonrisa, a ayudar a los demás y a vivir plenamente su pasión de rodar contra el viento en compañía de sus Amigos, Diego nos enseñó a muchos que lo importante de esta vida, difícil y llena de contratiempos la mayor parte de las veces, es vivirla intensamente, dejarse llevar por la fuerza imparable que une a los hombres y les hace capaces de alcanzar las más altas metas, la HERMANDAD de los que viven su pasión sin más condicionantes, de los que sufren, se emocionan, ríen y lloran JUNTOS, porque sólo los que son capaces de sentir todo eso, podrán decir algún día que fueron felices, y que su vida, por larga o corta que pueda ser, mereció ser vivida…”

El muchacho escuchaba a su padre, embelesado por aquella hermosa estrella que refulgía incesante con tonos intensamente azules, que se tornaban color fuego en un espectáculo de una belleza incomparable.

“…¿Por qué cambia de color, Papá?...” – preguntó, intrigado.

“… Porque Diego, como todos los verdaderos MOTEROS, hijo, fue a la vez pureza y pasión, amistad y amor, fuego incesante que impulsa el alma, calma que relaja el espíritu, amigo fiel, perenne compañero de risas y tristezas, refugio de los desesperados, y sobre todo, fue LIBRE y vivió su PASIÓN rodeado de buenos amigos que nunca le olvidaron y aún hoy, cuando pasan por el lugar donde nos dejó, hacen rugir a sus monturas y ensordecen el cielo con el son de sus pitas para dedicarle un cariñoso saludo…” –le respondió aquel viejo motero con canosa chiva y los ojos humedecidos, que a duras penas dejaban escapar una lágrima.

“… Pero, Papá, van a pensar que estamos locos si pitamos sin sentido …”

“… No, cariño, simplemente somos MOTEROS, y a pesar de todo lo negativo que sobre nosotros dicen los que nunca sentirán la pasión y la amistad verdadera, aunque nos tachen siempre de lo que no somos, nuestros corazones vibraran siempre en el recuerdo de los que con nosotros compartieron un retazo de sus vidas, plenamente, contra el viento, sin importar otra cosa que disfrutar a raudales de la PASIÓN y la AMISTAD que compartimos… pronto lo entenderás, hijo mío, y sonreirás como hacemos nosotros ante esa hermosa ESTRELLA, e incluso verás a un viejo motero de luenga y canosa cabellera cabalgar, libre y feliz por la enorme bóveda celeste, resplandeciente en su alba e inmaculada Sportster rodeado por un infinito reguero de polvo de estrellas, y lo verás alzándote la mano, eternamente feliz y dichoso cruzando por la eternidad, y profundamente vivo en lo más profundo de nuestros corazones…”

“… Papá, quiero ser MOTERO!! …”

miércoles, 26 de enero de 2011

LEYENDA DE LA CAMPANA (BIKER BELL/SAVE BELL)

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Hace muchos años, en una noche fría de diciembre, un viejo motorista rugiente volvía de un viaje a México con sus alforjas llenas de juguetes y de otras baratijas que había comprado para los niños de una casa de huérfanos cerca de donde él trabajó. Mientras montaba a lo largo de esa noche, pensaba cuán afortunado era él en ese estado de su vida, tener un “socio” cariñoso como su moto que entendía su necesidad de vagar por las carreteras y a su vieja cacerola que no la había dejado tirado ni una vez en los muchos años que ellos habían compartido el camino.

Cercana a las 40 millas al norte de la frontera en el desierto alto, estaban al acecho un grupo de pequeños “critters” conocidos como “GREMLINS DEL CAMINO”.

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Estos acostumbran a poner obstáculos en la carretera, tales como zapatos, palos y pedazos de viejos neumáticos y también clavos de ésos temidos para los motoristas y tantos otros objetos que influyen en el rodar de una moto, así los “GREMLINS DEL CAMINO” los aprovechan para tener una ocasión de regocijo sobre sus actos del mal.

Bien, este lobo motorista solitario entró a una curva a la luz de la Luna y los gremlins los emboscaron, haciéndolo estrellarse contra el asfalto y en el resbalón -antes de detenerse- una de sus alforjas se rompió.
Yacía ahí incapaz de moverse, cuando los “GREMLINS DEL CAMINO” se acercaron hacia él.

Bien, este motorista no estaba dispuesto a entregarse y comenzó a lanzarles los objetos que traía en sus alforjas, mientras los gremlins seguían acercándose. Finalmente, se quedó sin nada que lanzar, pero, él tenía una campana y comenzó a sonarla con la esperanza de asustar a los pequeños malvados gremlins.

A una media milla lejos acampados en el desierto, estaban dos motoristas sentados alrededor de una fogata mientras charlaban de su día de paseo y de la libertad que sentían cuando el viento soplaba en sus caras mientras recorrían el extenso país. En la calma del aire de la noche oyeron un sonido parecido al de campanas de iglesia, y dispuestos a investigar fueron hacia donde provenía el sonido; encontraron al viejo motorista al borde de la carretera con los gremlins alrededor para raptarlo.

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Innecesario es decir que ellos siendo parte de la fraternidad del motorista, procedieron a disuadir a los gremlins hasta que el último se escurrió en la noche. Siendo agradecido con los dos motoristas, el viejo “perro del camino” les ofreció pagarles su ayuda, pero, como lo hacen todos los motoristas verdaderos, ellos rechazaron aceptar cualquier tipo de pago. No siendo él partidario de dejar pasar un noble acto inadvertido, el viejo motorista cortó dos pedazos de cuero de sus alforjas y les ató una campana a cada uno. Enseguida las colocó en cada uno de las motocicletas de los motoristas, tan cerca a la tierra como fue posible.

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El guerrero del camino cansado y viejo les dijo a los dos viajeros: “Con esas campanas colocadas en sus motos, estarán protegidos contra los “GREMLINS DEL CAMINO” y, que siempre que estuviesen en un apuro, hicieran sonar la campana y un compañero motorista vendría en su ayuda”.

Así que cuando veas a un motorista con una campana, sabes que lo han bendecido con la cosa más importante de la vida:
“La amistad de un motorista compañero de ruta”

NOTA SUMAMENTE IMPORTANTE: La campana para tu moto debe ser un regalo que te hallan echo, no tiene validez que tu la compres para tu propia motocicleta y no importa de cuál marca es tu moto, ya que se trata de una leyenda de motoristas, este presente es uno de los mejores obsequios que un biker puede recibir de otro biker………

Otra explicación de la leyenda....
La leyenda de la Campanilla Guardián
La leyenda cuenta que los espiritus malvados de las carreteras, se han enganchado a las motos desde el comienzo de las motocicletas. Estos esíritus malvados son responsables de las averias mecánicas y de la mala suerte durante el viaje.
La leyenda dice que para atrapar estos espíritus malvados hay que colocar una pequeña campana en la moto ya que el constante ruido de la campana les vuelve locos y se caen al suelo. Esto explica el porque de los socavones.
La leyenda tambien cuenta, que el poder de la campana Guardián, se multiplica cuando es regalado o comprado por un ser querido.
Para demostrar a alguien lo mucho que le quieres, regálale una campana guardián para protegerle de los espiritus malvados de la carretera. Compartiendo una campana guardián se trasfiere la buena suerte a la moto y a su conductor.